Ya llegué.

Y por debajo de la mesa, ese viento helado que recorría en zigzag mis piernecitas lánguidas… y por encima, mi estomago tratando de estallar y al frente tu, tan tímido como yo, tan asustado, tan absorto… Y Gardel susurrando…

“Volver,
con la frente marchita
las nieves del tiempo
platearon mi sien.

Sentir
que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra”

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