Fragmentos II

¿Cómo viven dos almas opuestas dentro de un solo cuerpo? ¿Es posible que la vida, la existencia, el ser, se reduzcan a eso? ¿Cómo vivir sabiendo que en nuestro interior se está librando una batalla campal que tal vez nunca tenga fin? Estas preguntas se las hacía a menudo Harry dentro de la historia del lobo estepario, preguntas muchas veces sin respuesta pero con una explicación real frente a los hechos, preguntas que invaden nuestra mente y que muchas veces, como en el caso de Harry, no nos dejan vivir.
Y es que, ¿cómo se puede vivir cuando se cree que dos enemigos irreconciliables se han apropiado del propio ser?...
Todas las justificaciones, toda la psicología, todos los intentos de comprensión necesitan, obviamente, de algunos medios auxiliares, teorías, mitologías, ficciones; y un autor virtuoso no debería omitir al final de una obra la resolución de estas ficciones. Para decirlo sin mas rodeos, el lobo estepario es una mentira. Cuando Harry se considera a sí mismo como hombre-lobo y piensa que está compuesto de dos seres hostiles y contrarios, esto es sencillamente una mitología simplificadora. Harry no es un hombre-lobo, y si nosotros lectores también creímos, aparentemente sin poner atención, su ficción por él mismo inventada y creída, tratando de considerarlo y de explicarlo realmente como un ser doble, como lobo estepario, nos aprovechamos de un engaño con la esperanza de ser comprendidos más fácilmente, engaño cuya reparación debe intentarse ahora. La bidivisión en lobo y hombre, en instinto y espíritu, por la cual Harry intenta hacer más comprensible su existencia, es una simplificación muy torpe, una cruel violación de la realidad en pro de una explicación digna, pero equivocada, de las contradicciones que este hombre encuentra dentro de sí y que le parecen la fuente de sus no escasos sufrimientos. Harry encuentra en sí un 'hombre', es decir, un mundo de ideas, sentimientos, de cultura, de naturaleza dominada, y a la vez encuentra allí al lado, también dentro de sí, un 'lobo', es decir, un mundo obscuro de instintos, de salvajismo, de crueldad, de naturaleza ruda, A pesar de esta división aparentemente tan clara de su ser en dos condiciones que le son contrarias, ha comprobado alguna vez que por un rato, durante algún momento feliz, se reconcilian el lobo y el hombre. Si Harry quisiera determinar en cada instante aislado de su vida, en cada uno de sus actos, en cada una de sus sensaciones, qué participación tiene el hombre y cuál el lobo, se encontraría en un callejón sin salida y se vendría abajo toda su bella teoría del lobo. Pues no hay un solo hombre, ni siquiera el idiota, tan tiernamente sencillo que su carácter pueda explicarse como la suma de sólo dos o tres elementos principales; Harry no está compuesto de dos seres, sino de cientos, de miles. Su vida oscila (como la vida de todos los hombres) no entre dos polos, por ejemplo el instinto y el alma, o el santo y el depravado, sino que oscila entre millares, entre incontables pares de polos.

“ Cuando en las almas humanas con dotes especiales y delicada organización alborea el presentimiento de su multiplicidad; cuando como todo genio, rompen la quimera de la unicidad de la personalidad y se sienten constituidos de varias partes, como un haz de muchos yoes, es necesario tan solo que manifiesten este pensamiento para que la mayoría los encierre al instante, una mayoría que reclama el concurso de la ciencia para establecer la existencia de una esquizofrenia y evitar que la humanidad pueda oír la llamada de la verdad procedente de la boca de este desgraciado.” (Cap. 7 Pag. 78”,El lobo estepario”).

Y es así como transcurre la historia, es así como Harry descubre su grandeza, su multiplicidad, su complejidad, pero al contrario de lo que se piensa, este descubrimiento no aligera sus pasos sino que mas bien lo convierte en un loco que se da cuenta que a los 50 años todavía no sabe reír.

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